6 nov 2005

LAS TRES DIFICULTADES DEL ESPERANTO

por Sebastián Ontiveros

Cuando empecé a estudiar esperanto, ya hace unos veinte años, lo primero que me dijeron fue que la gramática era muy sencilla y que sólo tenía 16 reglas. ¿Se imaginan un idioma con una gramática tan cortita? Pues yo no; y creo que sólo Lázaro Zamenhof, el autor del esperanto, pudo imaginar tal brevedad, pues la última vez que me topé con la gramática completa del esperanto vi un librote de casi 600 páginas. O sea que los autores necesitaron 37.5 páginas para explicar cada regla. ¿Tantas páginas para explicar que sólo hay un artículo, el definido la, que se usa en todos los casos, números y géneros? Pues sí se me hace un poco exagerado, la mera verdad, aun tomando en cuenta que en esto habemos muchos que no sabemos nada de gramática.
Yo creo que en lugar de dedicarle tantas páginas a una regla tan fácil como la del artículo, hubiera sido mejor que nos explicaran bien las cosas difíciles. Créanme: veinte años de comenzante me permiten hablar con toda la autoridad necesaria sobre las dificultades del esperanto o, más bien dicho, de las dificultades de su aprendizaje.
Podría resumir en tres las principales dificultades del esperanto:
El acusativo (y en especial el acusativo de dirección)
Los tiempos compuestos
La transitividad de los verbos
Pero no vayan a pensar que yo se los voy a explicar aquí. Como ya les dije, si ni los grandes gramáticos y lexicólogos que en el mundo han sido pudieron aclarar estos temas tan abtrusos, tanto menos lo podría hacer el suscrito. Pero por lo menos saber dónde están ocultas las dificultades ayudará a resolverlas cuando nos las encontremos.
Lo que sí puedo hacer es ponerles algunos ejemplos de estas dificultades, para que quede más claro de qué estoy hablando. Empecemos con el famoso acusativo de dirección, no porque sea el más difícil, sino porque es el que mencioné primero.
Si digo "Mi legas libron", me queda claro porqué estoy usando el acusativo en "libro": éste es el que recibe la acción de leer (legi) y por eso se "marca" con la letra n. Pero las cosas se ponen difíciles cuando salen con eso del acusativo de dirección. Por ejemplo, "mi iras en la domo" significa "yo camino en la casa". Ah, pero si digo "mi iras en la domon", estoy queriendo decir "voy a la casa (y a entrar en ella)". ¿Complicado? ¡Claro que sí!
Vamos a ver si lo podemos explicar. Cuando hay un verbo que indica dirección (o movimiento), unido a una preposición, en realidad necesitamos de dos preposiciones para dar el sentido completo. Es decir, si quiero decir "Voy a la casa" (en dirección de la casa y a entrar en ella), tendríamos que decir algo como: "Voy a en la casa", donde la preposición "a" indica la dirección y la preposición "en" indica el movimiento de entrar en ella.
Pero definitivamente esas dos preposiciones juntas se oyen muy mal. Y aquí es donde entra en acción el acusativo, del que me han dicho que sirve para substituir preposiciones en ciertos casos. Y en el caso que nos ocupa, la preposición que substituye es "al". Así, en lugar de decir "Mi iras al en la domo", substituimos "al" por el acusativo y nos queda la conocida frase "Mi iras en la domon".
Claro, para entender esta explicación debemos de tener claro que el verbo que estamos usando indica movimiento y, en sentido, el verbo clásico es "iri", que significa precisamente "ir", "caminar", "andar". Pero hay muchos más: flugi, veturi, vojaĝi, marŝi, paŝi, por no hablar de los compuestos como supreniri y demás variantes.
Creo que por lo pronto es suficiente, pues no les quiero complicar mucho las cosas. En otra ocasión hablaremos acerca de las otras dificultades. Y, claro, si ustedes encuentran otras aparte de las que aquí mencioné, no duden en escribirme para ver si les puedo resolver o por lo menos ampliar sus dudas.

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